Cómo monetizar el carbono que acopiamos con la ganadería
Fuente: Valor carne
Los incrementos de la captura en los suelos mediante el manejo sustentable y la forestación permitirían emitir créditos que pueden significar del 10 al 50% del ingreso por carne, según las condiciones iniciales del ambiente, el sistema productivo y la evolución del mercado de carbono. Qué empresas pueden beneficiase con estos negocios.
Julio Menéndez es ingeniero agrónomo y tiene una amplia trayectoria en el ámbito nacional e internacional en negocios sustentables. Dada la creciente inquietud en la temática, hoy nos explica cómo funciona el Mercado Voluntario de Carbono y de qué manera pueden aprovechar los ganaderos los créditos de carbono, como adicional a su Core Business: la carne vacuna.
“Algunos productores pueden obtener beneficios económicos con la venta de estos créditos, aunque no aplican a todos los casos. Sin embargo, eso no significa quedar afuera del negocio sustentable”, afirmó Menéndez en diálogo con Valor Carne.
En ese sentido, agregó que “también pueden lograr adicionalidad a través de programas de certificación de carne carbono neutro, lo que les permitirá acceder a mercados exigentes y capturar mayor valor”. Por su parte, “los frigoríficos que trabajen en esquemas verdes con sus abastecedores, pueden conseguir financiamiento preferencial, en tasas y plazos, lo que podría trasladarse aguas abajo favoreciendo a quienes producen preservando el ambiente”, planteó, sintetizando las alternativas que ofrecen los nuevos negocios basados en la naturaleza.
Créditos de carbono
El Mercado Voluntario de Carbono es una iniciativa independiente para la mitigación del cambio climático, donde se comercializan los bonos de carbono o certificados que representan el derecho a emitir una tonelada de CO2eq. ¿Quiénes participan? Los compradores son industrias que operan normalmente a base de energía fósil -transporte, acero, cemento, entre otras- y necesitan compensar sus emisiones; y los vendedores son productores que desarrollan proyectos de captura de carbono que mitigan los gases de efecto invernadero y los certifican de acuerdo a estándares internacionales.
Para participar en este mercado desde la ganadería pampeana se pueden implementar proyectos de gestión integral para incrementar esa captura de carbono. ¿Cómo? “Optimizando las prácticas mediante siembra directa, manejo por ambientes, cultivos de cobertura, pasturas polifíticas, promoción de leguminosas, uso de biofertilizantes, planificación del pastoreo, plantaciones forestales, entre otras”, detalló. En zonas extrapampeanas, prosiguió, “los proyectos silvopastoriles que evitan la deforestación y degradación de bosques, así como los de reforestación ofrecen buenas oportunidades. Y si un productor tiene permisos de desmonte y no los ejecuta también podría obtener beneficios en el mercado”.
Algo importante es que este negocio premia las ganancias de carbono a partir de una línea de base, lo cual marca una barrera de entrada. “Si se parte de un establecimiento que haya tenido alta captura y retención de carbono, porque lleva años aplicando tecnologías conservacionistas, al no haber gran potencial de incremento, no tendrá demasiado carbono para vender”, advirtió Menéndez.
“Por eso, para aplicar en estos esquemas, se necesitan ‘vacas flacas’ capaces de engordar, o sea, suelos que hayan tenido un manejo regular y puedan sumar materia orgánica y, por ende, carbono”, subrayó.
En tal sentido, si se hace ganadería convencional el proyecto considera la ganancia de carbono en el suelo, mientras en los modelos silvopastoriles, pampeanos o extrapampeanos, no solamente hay un incremental por la gestión del pasto sino también por la forestación.
“Toda la biomasa aérea y radicular de los árboles captura carbono, igual o más que el manejo del suelo y con mayor estabilidad”, indicó, aclarando que la materia orgánica acumulada a 30 cm de profundidad es reversible, se puede degradar, algo que a veces no depende del productor. “¿Quién pudo juntarla y mantenerla durante estas secas tan prolongadas?”, preguntó.
Al respecto, la ecorregión donde se localiza el campo también influye en la capacidad incremental. “A mayor actividad biológica en el suelo, más productividad de la biomasa radicular y aérea, y, por ende, más posibilidades de acopiar carbono. “Así, en Buenos Aires, Entre Ríos y Corrientes, por ejemplo, si hay lluvias normales, con poca superficie puede haber un mediano a alto incremental. En cambio, en zonas más áridas, patagónicas, donde se produce menos biomasa por hectárea, bueno, se hace a fuerza de manejo sobre grandes extensiones”, sostuvo.
El paso a paso
Para comprar créditos de carbono, como es un mercado nuevo, disperso y complejo, las grandes compañías suelen utilizar brokers que integran y capitalizan a los “desarrolladores” quienes originan los proyectos con los productores que capturan el carbono en sus campos.
“Un empresario ganadero puede hacer esto por cuenta propia, invirtiendo en un proyecto y asumiendo los riesgos, o asociarse a desarrolladores que hacen todo el proceso y lo financian, a cambio de un porcentaje de los créditos que se logran comercializar”, explicó. Y alertó: “como se hacen contratos con redistribución de beneficios a 10 o 20 años, hay que ser súper cuidadosos con quienes se van a comprometer”.
La gestión del proyecto incluye varios pasos que comienzan por un estudio de prefactibilidad, en el que se analiza su viabilidad técnica, operativa, económica y financiera. Después, en caso de poder aplicar, se registra en alguno de los estándares internacionales, que son rigurosamente auditados. Y por último llega la etapa de emisión, comercialización de los créditos y distribución de los ingresos. “Todo esto puede llevar unos dos años, hasta el primer cobro y en algunos casos hasta tres años, si la tasa de captura es más baja o se retrasan los procesos burocráticos”, declaró.
¿Quién verifica el incremento de carbono? “Hay auditores externos que trabajan sobre información satelital y van al campo para monitorear los análisis del stock inicial y después de X tiempo vuelven a hacer el mismo procedimiento. Ahí se ve el incremental”, respondió Menéndez, detallando que esto se repite cada dos o tres años: se mide el carbono, se verifica y se emiten los créditos, según la captura.
Bajando a tierra
¿Cómo se monetizan estos créditos? “Las actuales cotizaciones del mercado son relativamente bajas por lo que la prioridad de un ganadero sigue siendo producir carne. O sea que este negocio está destinado a quienes tienen vocación por la sustentabilidad y buscan obtener un beneficio complementario”, apuntó.
Los créditos están hoy en el orden de los 7 dólares por tonelada de CO2 equivalente, con una gran dispersión de valores. “Esto puede representar aproximadamente un 10% de los ingresos por carne, porcentaje que puede ser mayor para un planteo silvopastoril o de alta capacidad de captura”, resaltó.
Una cuestión a tener en cuenta es que el mercado voluntario está en pleno crecimiento. “La expectativa es que los créditos valgan 5 a 10 veces más en los próximos 20 años. Entonces los resultados del productor pueden aumentar y es importante ir tomando posición”, pronosticó.
Para Menéndez, otro aspecto estratégico son los beneficios intangibles. “La ganadería es cuestionada por su impacto ambiental y con estas iniciativas se puede reivindicar ante la opinión pública. No solo podemos ser carbono neutro, sino que somos un sector clave para compensar las emisiones de otras actividades”, aseveró.
¿Hay proyectos en marcha en la Argentina? “Sí, varios que están en distintas etapas de maduración”, apuntó y aconsejó que, para aplicar, los productores deberían agruparse. “Actualmente no lo puede aprovechar un ganadero aislado, digamos de 500 hectáreas, aunque tenga un planteo conservacionista, porque el costo y el tiempo necesario para implementarlo no lo justifican. Se requiere ganar escala sea como proveedores de frigoríficos, desde asociaciones de razas u otras entidades que puedan organizar y liderar estos nuevos negocios. Es un desafío”, finalizó.