Conocer la superficie de ocupación de los bosques remanentes es fundamental para la planificación estratégica de los recursos naturales. Con algoritmos basados en principios de inteligencia artificial para clasificar imágenes satelitales se logró establecer cuál es la superficie de bosques nativos remanentes de Entre Ríos.

Fuente: Código Campo

Desde principios del Siglo XX hasta la actualidad no ha sido cuantificada con exactitud la superficie boscosa del país. Es ampliamente conocida la degradación de este recurso en las últimas décadas, pero algunos especialistas consideran insuficientes los esfuerzos del Estado para conocer cuánto, dónde y cómo se encuentra el bosque nativo en una región.

A partir del Siglo XIX, las prácticas y políticas de Estado, delinearon el uso y ocupación del territorio en Argentina sin planificación para el bosque nativo. La evidencia de los hechos, según la mirada de aquellos especialistas, indica que el sistema extractivo y cortoplacista llevó a una progresiva destrucción, sobre-explotación y degradación, en desmedro de la conservación y regeneración de las masas boscosas. Por ello, monitorear las masas boscosas son un punto controversial y de discusión.

Falta de información

Un problema común para este recurso natural, agregan, es la ausencia de información confiable y actualizada, y por tanto de un monitoreo sobre los cambios que se producen.

Los inventarios esporádicos suelen ser ineficaces por cuanto el tiempo transcurrido desde el inicio de la actividad hasta la presentación de los resultados finales suele ser prolongado y no refleja la situación actual. Esto lleva, por ejemplo, a desconocer cuál es punto de partida sobre la cifra reportada históricamente de masa boscosa en cada provincia del país. Las cifras varían según las fuentes consultadas, y eso imposibilita ejecutar acciones serias y responsables por parte del Estado debido a la incertidumbre sobre la magnitud de los cambios reales que están ocurriendo.

La situación en Entre Ríos

Entre Ríos no es ajena a esta situación, presenta oscilaciones en la superficie de bosques nativos durante las últimas décadas debido a los problemas antes mencionados.

La deforestación es un problema real en el territorio provincial que no escapa del fenómeno mundial y nacional.

Recientemente un grupo de investigadores locales de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Entre Ríos (FCA-UNER) ha concluido un trabajo de más de tres años –aún no publicado y al que tuvo acceso exclusivo CÓDIGO CAMPO– que buscó dar respuesta a este problema, que es conocer cuál es la superficie de bosques nativos empleando metodologías modernas que sean rápidas, confiables y de libre acceso.

Mapa nuevo

El grupo de trabajo, liderado por el Prof. Ing. Rafael Sabattini –experto en el tema–, logró elaborar un nuevo mapa, actualizado, no sólo de los bosques nativos, sino también de la superficie de cada uno de los ambientes naturales y antrópicos que cuenta Entre Ríos.

Este tipo de estudios, además, no solamente se realiza con el objetivo de conocer el estado actual, sino también con el fin de aportar nuevos elementos para el diseño de políticas públicas que resguarden, conserven y utilicen correctamente los recursos naturales provinciales.

Se trata, asimismo, del primer estudio en la provincia que cuenta con una elevada cantidad de elementos que contribuyeron a mejorar la certeza científica de los resultados. Los intentos previos, señalan los integrantes del grupo de especialistas, fueron parciales, incompletos y hasta, en algunos casos, con metodologías cuestionables.

Este trabajo se realizó en el marco de un proyecto de la UNER denominado “Evaluación del estado actual y potencial de los bosques nativos de Entre Rios en su aspecto productivo y de conservación” oportunamente dirigido por Rafael Sabattini, y liderado en la actualidad por el Dr. Julián Sabattini, miembro docente e investigador de la Cátedra de Ecología de los Sistemas Agropecuarios de la FCA.

El objetivo principal fue conocer la superficie actual de los diferentes ambientes naturales y antrópicos utilizando tecnologías satelitales de última generación y muestreos detallados, extensos y acordes con la escala de campo. La finalidad fue establecer cuáles son las zonas prioritarias para conservar recursos naturales finitos, escasos y susceptibles de ser degradados por el uso inapropiado de las actividades humanas.

Precisiones

Entre Ríos cuenta con una riqueza de ambientes naturales importantes, destacándose no sólo ecosistemas acuáticos como los humedales, sino también los terrestres como los bosques nativos y pastizales naturales.

Por tal motivo, en el estudio se consideró como área geográfica toda zona que se encuentre superior a los 20 metros sobre el nivel del mar, criterio que viene siendo respaldado por las investigaciones locales del equipo de trabajo, y sustentado por el investigador de la década de 40’ y 50’, profesor Romualdo Báez, en sus obras ampliamente conocidas.

Las zonas bajas se encuentran al Sur y Este de la provincia (Delta del Paraná) y representan el 22%, aproximadamente 1,73 millones de hectáreas. La superficie restante (6,09 millones de hectáreas) es considerada de “tierras firmes” en donde se encuentran representadas por ecosistemas terrestres como bosques nativos, pastizales y zonas agrícolas.

Entre 2020 y 2023, precisaron los investigadores, se realizó un trabajo de gabinete exhaustivo ubicando sobre imágenes satelitales más de 10.000 puntos en las áreas de “tierras firmes” del territorio provincial, asignándole una categoría, entre las que se destacan cuerpos de agua, zonas agrícolas, pastizales naturales de tierra firme e inundables, bosques nativos abiertos y cerrados, áreas urbanas, zonas de explotación y uso de suelos (comúnmente denominadas áreas de canteras de calcáreo y canto rodado) y plantaciones forestales.

Todo fue realizado por personal calificado con un conocimiento previo del territorio, pudiendo asignar cada categoría a un diseño o patrón particular de una imagen satelital de alta resolución espacial. Es decir, corresponder la realidad de campo con valores de píxeles que muestra una imagen. Al mismo tiempo fue respaldado por relevamiento de campo de más de 2.500 km en toda la provincia, en la que se utilizaron dispositivos de uso masivo como GPS para ubicar geográficamente los sitios de muestreo, como también fue posible disponer de fotografías aéreas tomadas por drones que amplió el rango de visión.

Algoritmos

Con esta valiosa información se elaboró una serie de comandos, también llamados algoritmos, para automatizar el proceso de clasificación de las imágenes satelitales que diariamente mejoran su accesibilidad, temporalidad y nivel de detalle.

Los algoritmos son una serie de pasos ordenados realizado por el ser humano, comúnmente llamado “entrenador”, pero es ejecutado por un “computador”. En este caso, se “entrenó” una red neuronal, es decir un algoritmo matemático que aprende de la verdad del terreno y estima parámetros sobre la imagen para conocer dónde está cada categoría, y cuánta superficie hay en un área determinada.

Este proceso, que puede resultar complejo, no es más ni menos que el aprendizaje de un computador para procesar automáticamente sin necesidad de intervención humana. Por ello, los investigadores señalan que este trabajo podría ser considerado como base para futuras estimaciones que eventualmente contribuirían a diseñar un plan de monitoreo de desmontes locales. Es decir, podrían ser localizarlos para aplicar los procedimientos vigentes.

La época de monitoreo

Otro aspecto para destacar de este estudio fue haber determinado cuál es la mejor época del año para monitorear los recursos boscosos, situación que fue ampliamente discutida en las ultimas décadas.

En épocas de otoño e invierno se obtuvo la mejor combinación entre el porcentaje de acierto de las categorías evaluadas (más del 80%) y la precisión de la clasificación. Esta situación responde a los contrastes generado entre las coberturas boscosas con otras actividades que el hombre realiza sobre los campos. Si bien las imágenes satelitales mejoran su resolución día a día, esto es un gran avance para diagramar futuros estudios.

Resultados

Los resultados indican que la superficie de bosques nativos representa el 26,4% del territorio provincial como puede observarse en el mapa; es decir, más de 2 millones de hectáreas, mientras que los pastizales naturales no superan el millón de hectáreas (11,6% del territorio provincial).

Esto, sumado a la contribución de tierras bajas, indica que la provincia “cuenta con un 60% del territorio cubierto por ecosistemas naturales muy valiosos para la producción sostenible como para la conservación, formando parte de un activo ambiental importante”, resaltan los investigadores.

La contribución que realizan estos ecosistemas, subrayan, “es indispensable para mitigar efectos negativos que tiene el cambio climático global sobre las actividades humanas, lo cual se hace énfasis en ejecutar políticas públicas para el uso sostenible”.

Se destaca, además, que producción ganadera local se realiza fundamentalmente en estas zonas, con producciones de cría bovina, en el bosque nativo, y recría y engorde en los pastizales de tierra firme e inundable.

Es sabido que el inadecuado manejo ganadero en ambos sistemas ha ocasionado una degradación parcial de los recursos forrajeros. La ausencia de estos herbívoros, sin embargo, provoca un efecto negativo que podría ser aún mayor sobre la comunidad de las especies vegetales y sobre la dinámica del funcionamiento de los bosques y pastizales. Esta situación es frecuentemente observada en zonas de la provincia donde se ha restringido el pastoreo hace décadas, por ejemplo en parques nacionales, donde además se ha favorecido el crecimiento de especies invasoras vegetales y animales.

La pérdida de hábitat y la fragmentación son consideradas las principales amenazas que afectan a la diversidad biológica. La fragmentación del paisaje es un atributo frecuente en todo el territorio provincial que puede observarse en el mapa. La pérdida de biodiversidad es consecuencia de la fragmentación del paisaje, y, por tanto, conocer la distribución potencial de las especies permitiría identificar áreas con alta biodiversidad y presencia de endemismos, seg{un menciona el Lic. Norberto Muzzachiodi, integrante también del proyecto de investigación.

Se contempla en el estudio, asimismo, la evaluación de este proceso analizando la conservación de los recursos vegetales y faunísticos. Es decir, cómo la fragmentación de los diversos ecosistemas podría afectar a la diversidad local y regional.

Estudios locales indicaron que especies de aves y anfibios fueron sensibles a este cambio en la estructura del paisaje y eso repercutió sobre los patrones de diversidad.

Se trata, se puntualiza, de “un trabajo complejo como consecuencia de la ausencia de información sobre grupos faunísticos, como así también de un sistema de monitoreo de biodiversidad provincial que permita recabar información confiable. La evaluación de la conectividad del paisaje, contextualizada desde la perspectiva funcional, aporta información sobre su estructura y composición”.

Conocer la conectividad de los parches de hábitat, en consecuencia, permitiría el desarrollo de estrategias puntuales para el manejo y conservación de los recursos naturales. Teniendo una mirada global de este proceso, como así también de sus efectos, es posible aportar nuevos elementos para fundamentar las políticas de conservación en el territorio.

Por departamento

Haciendo foco en los departamentos con bosques nativos que presentan alto grado de impacto por el desmonte, entre los que se destacan La Paz, Federal y Feliciano, se observó una reducción de 100 mil hectáreas respecto al estudio realizado en 2008. En Villaguay, Paraná, Nogoyá y Tala, sin embargom presentó un aumento en la cobertura boscosa de 150 mil hectáreas.

Este resultado es explicado por un cambio en las metodologías para la estimación debido a una menor resolución en las imágenes satelitales, y también a la forma en como el ordenador realiza las clasificaciones.

En el mapa es posible observar que la zona de bosques nativos se concentra en el centro-norte de Entre Ríos. Sin embargo, hacia el oeste hay un marcado cambio hacia tierras agrícolas (departamentos Paraná, La Paz, Nogoyá y Villaguay), es decir una intensidad elevada de desmonte en las últimas décadas. Hacia el Este del río Gualeguay, en cambio, se observa una transición muy marcada con los pastizales naturales de tierra firme que luego se conectan con las áreas de producción agropecuaria tradicional y plantaciones forestales.

“Conocer la superficie no es sólo un número. Saber qué, cuánto, dónde y cómo se encuentran los recursos naturales permite diseñar políticas públicas de producción y conservación efectivas. La ausencia de información es un limbo que lleva a hipotetizar equivocadamente una realidad, por tanto es indispensable que el monitoreo eficiente de los recursos sea estrictamente una política de Estado provincial que implique solamente, el simple cumplimiento de normativas vigentes”, sostienen los investigadores a modo de conclusión.

Entre Ríos, añaden, presenta una posición estratégica en el territorio nacional y como se pudo constatar, cuenta con un porcentaje elevado de tierras formado por ecosistemas de alto valor productivo que al mismo tiempo aportan servicios ecosistémicos muy valiosos para el planeta. “Las decisiones estatales sobre un plan de uso y de conservación de los mismos debe ser de forma equilibrada conociendo cómo funcionan ecológicamente los sistemas y pensando en contribuir con una sociedad más desarrollada amigable: producir alimentos amigable bajo el límite de tolerancia ambiental”, concluye el trabajo

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